Literatura

sábado, 23 de junio de 2012

Keith Jesperson: "El Asesino de la Carita Feliz"




“Terminar con una vida humana no era nada, lo había hecho tantas veces… No era nada. Era como sacar a pasear al perro”.
Keith Jesperson



Keith Hunter Jesperson nació el 6 de abril de 1955 en Chilliwack, Columbia Británica (Canadá). Cuando era niño fue maltratado por otros chicos y su padre abusó sexualmente de él. Su padre le sugirió que, para congraciarse con él, eliminara animales que consideraba nocivos. El niño Jesperson mató entonces por primera vez; su víctima fue un gato, al cual estranguló con sus propias manos.

A Jesperson le gustaba azotar la cabeza de los topos y golpeaba o estrangulaba a gatos y perros callejeros. Años más tarde declararía: "Prácticamente les exprimes la vida a estos animales. Estrangular a un ser humano o a un gato es exactamente la misma sensación. Yo soy el ejemplo de lo que sucede cuando alguien mata a un animal a muy temprana edad". Obtuvo así el reconocimiento de su padre.

Keith era para entonces un fanático de las motocicletas, un gusto que conservaría toda su vida. Por razones que nunca han quedado claras, Keith fue segregado cundo era un adolescente y recibió un trato diferente al del resto de su familia. Su padre, Leslie Jesperson, le exigía a Keith treinta dólares a la semana a cambio de alojamiento y comida, mientras que sus hermanos no pagaban nada.





A la edad de treinta y cinco años, Keith Jesperson era un hombre muy alto y pesado que soñaba con trabajar para la Real Policía Montada del Canadá. Durante su formación como policía, sufrió una caída que lo lesionó. A causa de ello, fue despedido. Para entonces disfrutaba prendiéndole fuego a casas y zonas boscosas. Jesperson viajaba constantemente de la Columbia Británica a los Estados Unidos. Se trasladó definitivamente a Estados Unidos, donde obtuvo trabajo como camionero interestatal en la compañía Pacific Northwest

La primera víctima conocida de Keith Jesperson fue Tannya Bennett, una jovencita a quien Jesperson conoció casualmente en un bar. Era el 23 de enero de 1990, cerca de Portland, Oregón. Jesperson la llevó a su casa. Estranguló a la chica hasta dejarla medio inconsciente; luego la reanimó para que el terror de la víctima se intensificara, antes de estrangularla de nuevo, mientras la violaba. Siguió así hasta matarla. Se deshizo del cadáver; nadie sospechó de él.

Le escribió a la policía y después a los periódicos de Oregon atribuyéndose el crimen y dando detalles que sólo el asesino podía conocer. Firmó la carta con el mismo símbolo: una carita feliz. De allí surgiría el sobrenombre que le darían los periódicos: “El Asesino de la Carita Feliz”.

En 1993, Jesperson recogió en su tráiler a una joven en medio de la carretera. Jesperson le ofreció comida y una cama a cambio de sexo y ella aceptó. “Ella estaba dispuesta a cualquier cosa por llenar su estómago y conseguir un techo donde protegerse de la lluvia”, afirmaría Jesperson tiempo después. La estranguló tras violarla. Luego abandonó el cadáver a un costado de la carretera, dejando una linterna azul tirada cerca del cuerpo, con el objetivo de poder atribuirse el crimen años después. También pintó en el tronco de un árbol el signo que lo identificaría como asesino: una carita feliz, en este caso de color rojo.


La Carita Feliz pintada por Jesperson en el lugar del crimen




Jesperson inició una relación amorosa con Julie Ann Winningham, una mujer ex convicta con quien incluso se mudó. Duraron poco tiempo: el 10 de marzo de 1995, Jesperson terminó matándola. Aunque fue sospechoso del crimen, la policía lo dejó ir.

Jesperson siguió matando a otras mujeres. Cada vez que asesinaba a alguna, le enviaba a la familia de la víctima y a la policía cartas con detalles sobre el crimen, firmadas siempre con una carita feliz.

Por ello le escribió una extensa carta a su hermano, confesándole los homicidios y revelándole ser “El Asesino de la Carita Feliz”. El hermano acudió a la policía y Jesperson fue detenido en Canadá para ser interrogado. Poco después quedó bajo arresto.

Oficialmente, Jesperson asesinó a ocho personas en Nebraska, California, Florida, Washington, Oregón y Wyoming. Fue condenado a tres cadenas perpetuas en la Penitenciaría del Estado de Oregón. Pero Jesperson aún se reservaba una sorpresa: tras su condena, se atribuyó 166 asesinatos, una cifra que muchos consideraron motivada por el afán de protagonismo y atención de Jesperson.











Tras obtener fama, Jesperson comenzó a pintar como pasatiempo y actualmente vende sus obras a través de Internet.



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