País: Alemania Desarrolladora: Techland (Video juego) Plataformas: Microsoft Windows, Xbox 360, PlayStation 3 Modos de juego: Un jugador, multijugador Detalles: Primera persona, rol, acción Temática: Survival horror Cortometraje promocional de video juego. Sinopsis: Muestra cómo las vacaciones de una familia son interrumpidas de forma abrupta por un misterioso estallido zombi. Premios: León de Oro en la 58ª edición del Festival Internacional de Publicidad de Cannes.
El caso del asesino serial Anatoly Slivko, es muy poco conocido; sin embargo, sus
actos, figuran dentro de los más crueles de la historia del crimen. Al igual que "Los Maníacos de Dnepropetrovsk",
Slivko grabó y fotografió cada uno de sus
crímenes, imágenes que hoy forman parte de un macabro video colgado
en la Web...
quizá tan perturbador y enfermizo como el de los "Los Maníacos"
Anatoly Yemelianovich Slivko nació
el 28 de Diciembre de 1938, en Izerbash, URSS. Durante la infancia, no se
detectó anormalidad alguna en el comportamiento del pequeño Anatoly. Era
afable, relativamente responsable y compartía normalmente con otros niños.
Mostraba respeto por sus mayores y no era conflictivo. En su adolescencia,
tampoco mostró indicios del monstruo en el que se transformaría más tarde.
Trabajó como encargado en un pozo
petrolífero, se casó y tuvo dos hijos. Además era un activo colaborador en el
grupo de chicos jóvenes del Chergid "Jóvenes Pioneros" (que vendría
siendo algo así como Boy Scouts de EEUU) Hasta ese momento, la vida de Slivko
era absolutamente normal.
En 1961, Cuando Slivko era un joven
Pioneer un grave accidente de tránsito, en donde un chico perdió la vida de
forma espantosa. El adolescente iba vestido con la ropa de los "Jóvenes
Pioneros", y Slivko pudo ver cómo el chico ardía en llamas, debido a la
bencina derramada por el accidente. Algo que quedó para siempre en su retina,
fueron los pies del muchacho... sus zapatos ardiendo. Esta escena lo excitó
sexualmente, y durante varias noches soñó con el accidente, el olor a bencina,
la sangre y el fuego. Algo había ocurrido en su cabeza después de ser testigo
de aquel hecho. Slivko recordaba lo ocurrido y no podía evitar masturbarse. Es
así como comienza a interesarse, a su vez, por los chicos a quienes guiaba en
"Los Jóvenes Pioneros"
Durante años, Slivko abusó de varios
de los chicos de entre 13 y 17 años que estaban bajo su tutela, usando extraños
juegos de los cuales hacía partícipes. Primero se ganaba la confianza
de estos, contándoles acerca de un "proyecto secreto" Cabe
destacar que Slivko había ganado un par de premios por grabar películas
caseras, por lo que este "proyecto secreto", apuntaba a una seudo
película en donde utilizaba niños para mostrar torturas Nazis. Como los chicos
confiaban en él, se prestaban para saciar las bizarras fantasías de
Slivko.
Anatoly llevaba a sus víctimas al
bosque, en donde comenzaba a grabarlos y fotografiarlos. Los hacía actuar
frente a su cámara, hablar acerca de sus aficiones, etc. Luego los situaba
sobre troncos y con una soga al cuello. Supuestamente les practicaría una
"asfixia controlada" para esta suerte de
"película-experimento"; pero mientras estos perdían el sentido,
abusaba de ellos. Los ataba y colgaba de los árboles en distintas posiciones,
con el fin de procurarse placer sexual ante el sometimiento de sus indefensas
víctimas.
En el ejército, Anatoly había
aprendido técnicas de resucitación; así que estrangulaba a los chicos hasta
dejarlos sin sentido, les sacaba fotos en poses sexuales y se masturbaba a su
lado, para luego "revivirlos" con su técnica. Los adolescentes no
recordaban nada de lo ocurrido y Slivko parecía satisfacer sus impulsos. Sin
embargo, en 1964, Slivko no logra resucitar a una de sus víctimas (de 15 años
de edad) y se ve en la obligación de descuartizar el cadáver y hacerlo
desaparecer... no sin antes prenderle fuego. Lejos de espantarse, Anatoly
Slivko encontró algo que le producía más placer. Es entonces, cuando comienzan
a desaparecer varios jóvenes del Chergid. Estas desapariciones, se habían ido
sucediendo poco a poco, por lo que la policía tardó un tiempo en darse cuenta
de los hechos. Slivko tardó 9 años en matar nuevamente; pero los abusos
sexuales superaban los 40 en los 21 años que este asesino estuvo activo.
Las desapariciones inquietaron a la
población, y para 1985, el caso ya estaba causando controversia. Siete chicos
habían desaparecido y no había rastros de su paradero. Una fiscal comenzó a
sospechar de Slivko, pues todos los adolescentes desaparecidos pertenecían al grupo
de "Jóvenes Pioneros" que habían participado con él. Muchos habían desestimado esta
hipótesis, pues Anatoly Slivko parecía intachable... sin embargo las
investigaciones comenzaron a dar fruto, y algunos adolescentes comenzaron a
contar inquietantes relatos a los investigadores, acerca de los extraños
juegos de sometimiento y asfixia que Slivko practicaba con ellos, hasta
dejarlos sin
sentido.
Tamara Languyeva, la fiscal que
seguía el caso de la última víctima de Anatoly Slivko, Sergei Pavlov (de 13 años),
fue la responsable de su detención, en Noviembre de 1985.}
Los relatos de Slivko estremecieron
al jurado. En su casa, escondidos, se encontraron los zapatos de las
víctimas... estos, mostraban un corte transversal hecho con un serrucho. Esto,
lo habría hecho sin quitarle el zapato a los chicos, cuando ya estaban muertos
o agonizantes.
Los investigadores encontraron las
cintas en donde Slivko grabó cada uno de los abusos y asesinatos... es uno de los documentos más espantosos de la criminología
moderna.
En el video, se ve a Slivko grabando
a su grupo de "Jóvenes Pioneros" mientras recorren unos bosques
cercanos a la ciudad. Los graba mientras, estos adolescentes de entre 13 y 17
años, sonríen con inocencia. Slivko parece estar seleccionando a
su siguiente víctima, los enfoca de cerca... sus caras y sus zapatos, lo cual
representaba su mayor fetiche.
En otro segmento de la cinta, Anatoly
les hace preguntas a varios chicos, mientras estos responden con ingenuidad.
Cada momento previo al asesinato, es disfrutado por el asesino, lo que queda
evidenciado en la excitación de la voz del criminal, registrada en la película.
Slivko disfrutaba que sus víctimas fueran ingenuas... lo estimulaba aun más
para cometer sus actos.
Evidencias
En otra escena, sale un chico
disfrazado de policía... quizá representando parte de esta
"película-experimento" con la cual Slivko engañó a muchos otros
adolescentes. De pronto la toma cambia, y el niño está tendido de espaldas
sobre una especie de lona o plástico, en medio del bosque. Sus brazos están
fuertemente atados por unas sogas que están sujetas de unos árboles cercanos,
al igual que su cuello. Sus piernas también están amarradas, pero con el
extremo de la soga suelta. En ese instante, aparece Anatoly Slivko en escena.
Coge la soga que retiene las piernas del chico, para tirar con fuerzas, hasta
quebrarle el cuello. El cuerpo se mueve por impulsos nerviosos, mientras Slivko
graba cada detalle. Uno a uno, los espantosos crímenes se van
sucediendo en esta perturbadora cinta, la cual deja en evidencia la crueldad y
el morbo del asesino. Cada asesinato es peor que el anterior, y el ímpetu del
multi homicida se va acrecentando.
Victimas
Ya en el final de la cinta, se puede
observar a Slivko pasearse por la escena con los cadáveres en sus
brazos, exhibiéndose ante la cámara y mostrando una enorme cantidad
de zapatos de sus víctimas. También queda registrado
su macabro ritual de cortar los pies y zapatos de las víctimas con un
serrucho; o quemar los pies de los cadáveres con los zapatos puestos.
Anatoly Slivko fue acusado de 7
asesinatos y 7 agresiones de tipo sexual (aunque se le acusó de más de 43
ataques). Fue sentenciado a muerte; pero trató, por todos los medios, de que le
conmutaran la pena a presidio perpetuo. Se mostró colaborador con las investigaciones
e incluso se ofreció para ayudar con información acerca de otro asesino serial
que estaba, en esos momentos, asolando Ucrania y que, de hecho, había opacado
la notoriedad de su propio caso (Andrei Chikatilo); pero nadie quiso intervenir
por Slivko. Fue ejecutado en el patio de la prisión de Novocherkassk, el 16 de
Septiembre de 1989.
Poema de vampiros en prosa del escritor norteamericano Clark Ashton Smith, escrito en 1917. Smith elabora aquí una serie de bellos y macabros pensamientos, uno de los cuales compara a los vampiros, y más probablemente al vampirismo, con la voracidad insaciable de las horas
Desde las criptas de la memoria
Eones y
eones atrás, en una época cuyos maravillosos mundos han desaparecido, y cuyos
poderosos soles ahora son menos que sombra, moraba yo en una estrella cuyo
curso, cayendo de los altos cielos sin retorno del pasado, pendía justo al
borde del abismo en el cual, según afirmaban los astrónomos, su ciclo
inmemorial encontraría un oscuro y desastroso fin.
¡Ah, extraña era esa estrella olvidada en las profundidades, más extraña que
ningún sueño que haya asaltado a los soñadores de las esferas del presente, o
que ninguna visión que haya flotado sobre los visionarios en su mirada
retrospectiva hacia los pasados siderales! Allí, a través de ciclos de una
historia cuyos amontonados anales inscriptos en bronce estaban más allá de toda
tabulación posible, los muertos habían llegado a sobrepasar infinitamente en
número a los vivos. Y construidos en una piedra que era indestructible salvo en
la furia de soles, sus ciudades se levantaban junto a las de los vivos como las
prodigiosas metrópolis de los Titanes, con muros que ensombrecían a todas las
tierras circundantes. Y por encima de todo pendía la negra bóveda fúnebre de
los crípticos cielos: una cúpula de sombras infinitas, donde el lúgubre sol,
suspendido como una enorme y solitaria lámpara, iluminaba poco y, apartando su
fuego del rostro del indisoluble éter, proyectaba sólo tenues y desesperados
rayos sobre los vagos y remotos horizontes y amortajaba los ilimitados paisajes
de esas tierras visionarias.
Éramos un pueblo sombrío, secreto y afligido, nosotros, los que morábamos bajo
ese cielo de eterno ocaso ante el cual se recortaban las siluetas de los
encumbrados sepulcros y obeliscos del pasado. En nuestra sangre corría el frío
de la noche antigua del tiempo, y nuestro pulso languidecía con una reptante
presciencia de la lentitud del Leteo. Sobre nuestros patios y campos, como
invisibles e indolentes vampiros surgidos de mausoleos, se elevaban y
fluctuaban las negras horas, con alas que destilaban una maléfica debilidad
producto del oscuro dolor y la desesperación de muertos siglos. Los mismos
cielos se hallaban cargados de opresión, y respirábamos bajo ellos como en un
sepulcro, sellado para siempre con toda su estancación de corrupción y lenta
decadencia, y con tinieblas impenetrables salvo para los agitados gusanos.
En sombras vivíamos, y amábamos como en sueños, como en los vagos y místicos
sueños que se ciernen sobre los últimos límites del insondable reposo.
Sentíamos por nuestras mujeres, con su pálida y espectral belleza, el mismo
deseo que los muertos acaso sienten por las fantasmagóricas azucenas de los
prados del Hades. Pasábamos nuestros días vagando por entre las ruinas de
solitarias e inmemoriales ciudades, cuyos palacios de calado cobre, al igual
que sus calles abiertas entre largas filas de esculpidos obeliscos dorados, se
veían sombríos y mórbidos bajo la luz muerta, o yacían sumergidos para siempre
en mares de inmóvil sombra; ciudades cuyos vastos templos de hierro preservaban
aún su lobreguez de primordiales misterio y horror, y desde donde las
esculturas de dioses siglos atrás olvidados miraban con ojos inalterables el
cielo vacío de esperanza, y veían la noche ulterior, el olvido final.
Lánguidamente cuidábamos de nuestros jardines, cuyas grises azucenas ocultaban
un necromántico perfume que tenía el poder de evocarnos los muertos y
espectrales sueños del pasado. O, errando a lo largo de campos de perenne
otoño, del color de la ceniza, buscábamos las raras y místicas inmortales, de
sombrías hojas y pálidos pétalos, que florecían bajo sauces de exangües
follajes similares a velos; o llorábamos bajo un dulce rocío de nepente, junto
al fluyente silencio de aguas aquerónticas.
Y uno tras otro fuimos muriendo, y nos perdimos en el polvo del tiempo
acumulado. Y sólo veíamos a los años como una lenta sucesión de sombras, y a la
muerte como el ceder del ocaso ante la noche.
Adolfo de Jesús Constanzo “El padrino de Matamoros” Líder de "LOS NARCOSATÁNICOS" y Sara Villarreal Aldrete: Desde el rancho Santa Elena, en la ciudad fronteriza de Matamoros, México, Adolfo de Jesús Constanzo y su banda transportaban semanalmente una tonelada de marihuana al país vecino… pero el lugar no era sólo un centro de distribución de drogas. En 1989 fueron acusados de asesinar a más de una docena de personas durante unos rituales de Palo Mayombe, un culto afroamericano numerosos policías habrían estado implicados en la secta.
Adolfo de Jesús Constanzo
Los rituales de purificación o limpias (ceremonias para limpiar malas energías negativas) y de protección, le proporcionan de ocho mil a cuarenta mil dólares entre sus clientes, la mayoría, importantes personalidades americanas. Ávido por obtener más poder comienza a efectuar sacrificios en sus rituales, para dar mayor sensacionalismo y espectáculo, siempre ayudado por la joven divorciada que se convertiría en su musa y amante, la estudiante norteamericana de veinticuatro años Sara Villarreal Aldrete. Adolfo convence a los demás adeptos que serán completamente invulnerables a las balas y que tendrán el poder de hacerse invisibles si siguen al pie de la letra sus instrucciones: confeccionar una ganga o caldero mágico con unos ingredientes especiales, además de secretos, en los ritos de Palo Mayombe, como son la sangre y algunos miembros humanos mutilados, preferentemente cerebros de criminales o locos, a ser posible de hombres de raza blanca, pues supuestamente éstos son más influenciables por el verdugo (para el asesino la tortura a la víctima es un factor muy importante, pues el alma de la víctima debe aprender a temer a su verdugo por toda la eternidad con el fin de hallarse para siempre sujeta a él). El rito termina cuando los participantes beben la sopa del caldero formada con la sangre de la víctima, su cerebro y los demás elementos que completan la siniestra nganga… lo cual les dará todo el poder que los criminales deseen
Constanzo intenta negociar con las autoridades mexicanas amenazando con revelar todos los nombres de los personajes conocidos que participan en su culto, pero esto pesa poco comparado con la atrocidad de sus crímenes y la policía se muestra intransigente. Dichas negociaciones se mantuvieron en secreto durante mucho tiempo, por lo que más tarde saldría a la luz pública: que numerosos policías habrían estado implicados en la secta.
Sintiendo que el fin de sus crímenes estaba cerca, Adolfo y sus cómplices se refugian en una mansión de las más lujosas del Obispado de Monterrey, protegida con un circuito cerrado con seis cámaras que vigilaban el jardín y accesos a la vivienda.
Mientras éstos eran perseguidos, las detenciones en distintas ciudades con narcosatánicos se multiplicaban. Finalmente, el 6 de mayo son descubiertos en el Distrito Federal por algunos agentes de la policía judicial que se hallaban registrando la zona y, sintiéndose acorralados, los cómplices del Padrino comienzan a dispararles desde la ventana de un edificio ubicado en la calle Río Sena de la Ciudad de México.
Al momento se presentan varias patrullas de refuerzo que pueden acercarse y llegar hasta el cuarto piso, desde donde disparaban. Dentro se encontraban Constanzo y los demás, quienes habían hecho un pacto de suicidio mutuo si no lograban deshacerse de los policías.
Al ver Constanzo la gran cantidad de agentes que les rodeaban y ganaban terreno a cada paso, desesperado, ordena a su compañero Valdez que le dispare con una ametralladora que le tiende, y Quintana, fiel a su líder decide suicidarse con él. Ambos se meten en un armario ordenando disparar a Valdez. Instantes después son detenidos sólo tres supervivientes, contabilizándose unos quince seguidores fieles de estos sangrientos cultos.
Cobertizo de Constanzo utilizado para la magia negra
Tumbas
Nganga: caldero que contenía huesos, un caparazón de tortuga, la cabeza y las garras de un gallo, una cabeza de cabra y una herradura.
Según las aterradoras declaraciones de Sara a la policía, desde que conoció a Constanzo mantuvo una doble vida comportándose como una chica normal con sus amigos y familia, y como una fría asesina por otro.
Ella misma llegó a torturar a algunas víctimas, entre ellas Gilbert Sosa, un traficante de drogas. Delante de los demás miembros del culto ordenó que se le colgase del cuello, con las manos libres para que pudiese sobrevivir agarrándose a la cuerda. Luego lo sumergió en un barril de agua hirviendo, mientras le arrancaba los pezones con unas tijeras.
Constanzo y Quintana, ambos se suicidaron antes de ser detenidos.
Confesaría además otros crímenes brutales, como en el que uno de los miembros de la secta mantiene a la víctima con vida después de haberle cortado el pene, las piernas y los dedos de las manos. Le abre el pecho de un machetazo y le agarra el corazón sin desprenderlo, lo muerde a dentelladas mientras el moribundo lo mira agonizante.
Más tarde negaría su participación en los desquiciados rituales, asegurando que el Padrino la retuvo contra su voluntad al haberse descubierto la matanza de Matamoros.
En la actualidad Sara Aldrete Villarreal purga una pena de cincuenta años por homicidio, sin siquiera sabe que su historia ha inspirado la “Perdita Durango” de Alex de la Iglesia, película estrenada en septiembre de 1997.
Excelente y terrorífico corto español dirigido por Isaac Berrokal, pleno de salvajismo y sangre, con un buen número de premios y menciones especiales en diversos festivales y que fue seleccionado para participar en su momento en el 1º festival de cine fantástico y de terror Scifiworld y en la Selección Oficial del Festival Internacional de Cortometrajes Filmest 2009, 35º edición.
La Casa Brown cuenta la macabra historia de cuatro jóvenes boy-scouts cuyos cuerpos aparecieron brutalmente masacrados (dos de ellos sin cabeza) el 12 de agosto de 1995. Los cadáveres fueron encontrados en las proximidades de Aillón (Segovia) y ahora se les relaciona con la terrible carnicería ocurrida en una pensión céntrica de la localidad, conocida como La Casa Brown.
Una trama y unos personajes enfermizos, generosas dosis de sangre y gore (con unos excelentes FX de maquillaje), y un oscuro y macabro sentido del humor, se dan cita en La Casa Brown, un sentido irreverente y demencial homenaje a ‘La Matanza de Texas’ (el propio Berrokal ha declarado que todos los personajes de La Casa Brown están basados en los de la mítica película de Tobe Hooper)
Nació en Salt Lake City, capital del estado estadounidense de Utah el 18 de febrero de 1949 Se sabe que su madre era absolutamente estricta y que dominaba con mano de hierro a los integrantes de la familia, especialmente a Ridgway. Familiares recuerdan que su madre jamás lo quiso y que constantemente le gritaba a su esposo y que hasta llegó a romperle un plato en la cabeza. y fue, igualmente ella, quien desató problemas sexuales en Gary al tener un comportamiento incoherente que por un lado la hacía ser una mujer religiosa mientras que, por otro, la impulsaba a vestirse de forma muy provocativa, semejante a la de las prostitutas por las que después Gary, al igual que con su madre, experimentaría atracción sexual y a la vez ira y desprecio. En cuanto a su forma de ser en aquel entonces, algunos de sus ex-compañeros de colegio lo describieron como alguien agradable pero fácil de olvidar. Sorprende así que, a sus 16 años, Gary haya cometido algo tan atroz como llevarse a un niño de seis años al bosque para apuñalarlo en las costillas y luego, según contó años más tarde la víctima, alejarse riendo tras decir: “Siempre me he preguntado cómo sería matar a alguien”. Lo describieron como una persona amistosa pero extraña. Mientras caminaba casa por casa hablando sobre la Iglesia Pentecostal a la que asistía, este hombre desarrollaba cada día más una obsesión por las prostitutas además de estar sufriendo una anomalía en su comportamiento sexual. Sus primeros dos matrimonios estuvieron plagados de infidelidades de ambas partes. Ridgway ha contraído matrimonio tres veces y tiene un hijo. Es considerado uno de los asesinos en serie más prolíficos en la historia criminal de los Estados Unidos.
Fue a su entrada en la Marina cuando Gary empezó a volverse adicto a las prostitutas y contrajo gonorrea, por la cual culpó a las prostitutas, incrementando así el odio previo que les tenía en tanto que le recordaban a su madre.
En líneas generales, el método de Gary consistía en contratar a una prostituta, subirla al carro, mostrarle la foto de su hijo para que la prostituta crea que estaba ante una persona buena e incapaz de matar, tener sexo con la prostituta y luego matarla con estrangulamiento. Generalmente mataba a las víctimas en su casa, pero a veces también en el carro o incluso en un lugar apartado como el bosque: si las mataba en casa, tenía sexo con ellas en casa; si las mataba en el carro, tenía sexo con ellas en el carro y, si las mataba en el bosque o en algún otro lugar, era que la chica había aceptado tener sexo en el bosque o el lugar elegido por Gary.
Gary mató a muchas de sus víctimas en su propia casa. Según dijo, una de sus estratagemas era llevar a la prostituta contratada al cuarto de su hijo Mathew, antes de lo cual ya le había mostrado la imagen de aquel para dar la impresión de ser un hombre tierno y nada peligroso. Entonces, en palabras del propio asesino, al ver el cuarto del hijo la prostituta se diría: “Hey, este chico tiene un hijo. Él no va a lastimar a nadie. Su nombre está escrito en la puerta, el cuarto está vacío y tiene su litera allí, con los juguetes en el suelo”.
Según se supo por informantes y por el propio Ridgway, él usualmente negociaba con la chica el llamado “mitad y mitad”, cosa que en realidad consistía en sexo oral seguido de penetración. Así mismo Ridgway deseaba que la chica estuviera con tan poca ropa como le fuera posible (que no se deje medias ni nada) y siempre le solicitaba usar el baño antes de iniciar el intercambio sexual pues, en su retorcida mente, sabía por experiencia que las víctimas por estrangulación tienden a manifestar episodios de incontinencia, el dijo a la policia: “Yo no quería que se cagaran en la cama, esa era la principal razón”. tambien dijo que nunca disparó o usó otro método porque estrangular era más personal y satisfactorio y él era muy bueno en eso…
Casi todas las víctimas eran prostitutas y tenían entre 15 y 31años. Escalofriante cifra de 49 mujeres fueron víctimas de uno de los mayores criminales en la historia de Estados Unidos y es que durante casi 20 años fueron asesinadas en la ciudad y en el vecino estado de Oregón durante los años 80 por un criminal que los burló con una especial habilidad. Los cuerpos de mujeres blancas y negras y algunas prostitutas, aparecieron semidescuartizados y ocultos entre la maleza del río. Todas ellas fueron violadas repetidamente Si de algo se cuidaba mucho Gary era de dejar evidencias. “Bueno. En cierta forma yo me sentía un tanto orgulloso de no ser descubierto haciendo…cosas como remover las ropas. No dejar nada…ninguna huella digital, usar guantes…No presumir acerca de eso. No hablar de eso.”, dijo el asesino luego de su detención. Incluso era tal su prudencia que, cuando la víctima lo había rasguñado en medio del forcejeo, Gary le cortaba las uñas antes de ir a dejar su cuerpo al bosque, de modo que, si la Policía encontraba el cadáver, no pudiese hallar restos de su piel. Otras veces colocaba evidencias falsas como colas de cigarrillos o goma de mascar, siendo que él nunca fumó ni fue adepto a los chicles. El ejemplo perfecto de estas estrategias encaminadas a sembrar la confusión fue cuando Gary tomó la licencia de conducir de una víctima y la dejo en el Sea-Tac Airport para dar la idea de que la víctima se había ido de la localidad. Gracias a los avances en las técnicas empleadas para identificar el ADN se demostró su culpabilidad. Desde el verano de 1982 a marzo de 1984, se identificaron los cuerpos de 42 víctimas
En octubre de 1983 Ted Bundy, que estaba en el corredor de la muerte (sección de la prisión para los condenados a muerte), se ofreció a colaborar con las investigaciones debido a que, igual que el Asesino de Río Verde, él había sido un asesino en serie de mujeres y podía ayudar a los detectives a indagar en la mente del Asesino de Río Verde y a predecir sus movimientos y descifrar posibles estrategias. Entre otras cosas, Ted dijo que el asesino probablemente conocía a algunas de sus víctimas y que probablemente más víctimas debían de haber sido enterradas en las áreas o cerca de las áreas donde se habían encontrado los cadáveres. Bundy también dio mucha importancia a las diferentes áreas de los cadáveres encontrados; pues, para él, el conjunto de las áreas sugería que cada grupo o lugar se había establecido cerca de la casa del asesino. En 1983 interrogaron nuevamente a Ridgway cuando el novio de una prostituta desaparecida reportó que, el último vehículo en que vio a su novia el día en que ésta desapareció, era un vehículo que tenía las mismas características que el de Ridgway Apenas un año después, Ridgway fue arrestado por haber sido sorprendido solicitando servicios sexuales, puesto que la supuesta prostituta en realidad era una mujer policía encubierta que, a diferencia de otras, parece que sí aceptó mostrarle los pechos y la vagina a Ridgway, ya que éste pedía que le muestren eso porque pensaba que una agente encubierta no se atrevería a hacerlo. Ya en la comisaría, Ridgway fue sometido a la prueba del bolígrafo (y la pasó), en la cual se ve si el sospechoso miente o no a través del pulso y otros aspectos de su caligrafía. Debido a este incidente y a que le iba bien en su relación con Judith Mawson, Ridgway fue disminuyendo su ritmo asesino y cada vez se reportaron menos denuncias de mujeres desaparecidas. Los investigadores examinaron su historial de trabajo y determinaron que nunca estuvo en el trabajo durante los días en que muchas de las víctimas habían sido reportadas como desaparecidas. Sumado a eso algunas prostitutas habían reportado que cierto hombre cruzaba a menudo el camino que Ridgway usaba para ir y volver del trabajo: esto, debido a que la descripción que dieron del hombre concordaba con el aspecto de Ridgway, aumentó fuertemente la sospecha de que él podría ser el Asesino de Río Verde. El 8 de abril de 1987 la Policía registró la casa de Ridgway. En todo caso sometieron a Ridgway a una prueba de polígrafo que pasó y, tras eso y con el consentimiento de Ridgway, le tomaron muestras de pelo y un hisopo con su saliva, tras lo cual lo soltaron por falta de evidencias en su contra.
Muchas de sus victimas
Gary Leon Ridgway, de 54 años se declaró, el 5 de noviembre de 2003, culpable de haber matado a 48 mujeres en dos décadas, lo que lo convirtió en el mayor Asesino en Serie más prolífico de la historia de Estados Unidos.
Gary negaba ser necrófilo, aunque posteriormente fue admitiendo su tendencia de forma gradual. Primero confesó que solía eyacular inmediatamente después de acabar con la víctima mediante el estrangulamiento, luego admitió que muchas veces había regresado para tener sexo con el cadáver. Inclusive contó que, en unos pocos casos, los cadáveres con los que fornicó habían empezado a agusanarse…
Gary llora mientras lee un comunicado 18 de diciembre 2003, en Seattle.
Se ha dicho que Gary era tan implacable que, a pesar de que sus víctimas le rogaron piedad muchas veces, Gary no desistió en el propósito de liquidarlas. Sin embargo poco se conocen estas palabras del asesino: “Yo lloré, sí lo hice, y esa era la parte buena de mí. Yo lloré, pero aún así las maté y no me importaron en absoluto”. Se ve en tales palabras a un asesino que, aunque implacable, no era de hielo y tenía por lo menos un mínimo de empatía, tal y como reflejan confesiones suyas en las que cuenta que una vez vio de frente a una víctima de 16 años, jadeando con tal desesperación que, desde ese día, Gary empezó a ahorcar a sus víctimas por atrás porque “no quería imágenes como esas” en su memoria. “Ella me está mirando y…y…tratando de hacer que me detenga. “¡Por favor, por favor no!”. Pero yo todavía sigo estrangulándola. Yo no podía dejarla ir.”, dijo Gary recordando aquel día.
No obstante, en opinión del autor de The Riverman: Ted Bundy and I Hunt for the Green River Killer: ‹‹Él asesinó a sus víctimas deliberadamente, metódicamente, sistemáticamente. Él estaba libre de cualquier preocupación moral. En cinco meses de entrevistas con investigadores y psicólogos forenses, él no mostró empatía por sus víctimas ni expresó genuino remordimiento. Él mató porque quería. El mató porque podía.›› Semejante es la opinión de Mark Prothero en su libro Defending Gary: Unraveling the Mind of the Green River Killer, quien agrega a lo anterior la teoría de que Gary tenía una enorme capacidad para sentir cualquier emoción idónea para adaptarse a las exigencias del contexto en que estuviese: Pero luego recordé que la fortaleza de Gary ha sido siempre su adaptabilidad, su capacidad para ser lo que sea que la gente espere de él. A pesar de su pobre educación, a pesar de su inteligencia por debajo del promedio, Gary fue, creo yo, el más fino Actor del Método* que haya vivido. No era algo consciente tanto como era algo instintivo. Él podía llorar donde sea que quisiera y dejarlo de hacer abruptamente. Si tú querías remordimiento, él podía hacerlo. Si tú lo querías loco, triste, estúpido, inteligente, avergonzado, presuntuoso, pecaminoso o religioso, él podía hacer todo eso, y tú serías convencido. Yo he visto todos esos estados, en otros, durante todos los años desde la noche en que lo vi por primera vez, y especialmente durante nuestro tiempo en el bunker. Él era, como alguna vez observó el Dr. O `Toole, un camaleón, siempre armonizándose, siempre dándote lo que esperabas, siempre listo para complaces. Y ese era, de hecho, su rasgo más mortal.
Se ve así que, en la opinión de expertos, Gary era simplemente un actor nato; pero entonces, si solo actuaba: ¿por qué tenía miedo de mirar los ojos de sus víctimas? Parece lo más lógico el suponer que en general Gary era una especie de actor nato —que no fingía las emociones, sino que las creaba para adaptarse a la situación—, sin embargo y al tener en cuenta que no mentía (esto se sabe por ciertos métodos) cuando decía que evitaba mirar los ojos de sus víctimas al estrangularlas, surge la pregunta de hasta qué punto era Gary Ridgway un actor nato… El plan era: "quería asesinar a tantas mujeres que yo consideraba prostitutas como pudiera", dijo Ridgway "Otra parte de mi plan fue el lugar donde coloqué los cuerpos. Les quité la ropa y objetos personales para no dejar evidencia de quienes eran y así resultaría más difícil su identificación. Puse la mayor parte de los cuerpos en grupos, como si fueran "racimos." Hice esto porque deseé no perder de vista a todas las mujeres que maté. Tuve el gusto de hacer un gran racimo alrededor del condado. Utilicé generalmente una señal para recordar a un "racimo" (grupo de mujeres). Mi intención fue crear racimos nuevos para no volver a los anteriores y ser pillado." A todas las estranguló, unas se le resistieron más que otras pero ninguna pudo escapar de sus manos Gary se había propuesto la misión de exterminar a todas las mujeres posibles que el considerase prostitutas, a las cuales consideraba “basura” y “por eso las cubría con basura”. Así mismo, Gary declaró cosas como: “elegí a las prostitutas porque creí que podría matar cuantas quisiera sin ser atrapado” y también dijo “odio a las prostitutas y no quería pagar por tener sexo con ellas”. Principalmente Gary mataba prostitutas porque, además de odiarlas debido a que le habían contagiado gonorrea, éstas le recordaban a su propia madre, por lo que al matarlas y tener sexo con ellas lograba realizar, de manera simbólica, tanto las fantasías homicidas que tenía hacia su madre como las fantasías sexuales que ésta había despertado en él de niño por vestirse de forma provocativa. Finalmente, Gary mostró un desprecio general a la mujer diciendo: “para mí las mujeres son algo para tener sexo, matar y tomar de vuelta el dinero” Ridgway sería sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de reducción de la pena.
*El Método o “Method Acting” era una técnica actoral a través de la cual el actor creaba (no fingía: CREABA) dentro de sí mismo las emociones y los pensamientos de su personaje, de manera que el personaje aparecía como si en verdad estuviese vivo.
Se trata de un fake tráiler ideado para un concurso de cortometrajes. En una playa francesa una pareja descubre el cadáver de Bin Laden en el fondo del océano. Un grupo de jóvenes lo recogerán sin saber que están a punto de desatar una plaga zombi…