“Yo puedo curar o puedo matar. Soy un médico y en mis manos está el poder de la vida y la muerte. No soy un instrumento de Dios; cuando estoy con un paciente, yo soy Dios. Soy un ser superior”
(Harold Shipman)
Considerado el mayor asesino en serie de la historia del Reino Unido. Tenía una apariencia afable y era padre de cuatro hijos. Una investigación oficial determinó que sus víctimas pudieron ser hasta 215 personas. El aspecto de Harold Shipman inspiraba confianza, pues era un médico de mediana edad, de pelo blanco, barba tupida, gafas de pasta oscura y mirada tranquila.
Considerado el mayor asesino en serie de la historia del Reino Unido. Tenía una apariencia afable y era padre de cuatro hijos. Una investigación oficial determinó que sus víctimas pudieron ser hasta 215 personas. El aspecto de Harold Shipman inspiraba confianza, pues era un médico de mediana edad, de pelo blanco, barba tupida, gafas de pasta oscura y mirada tranquila.
Shipman durante sus años de estudiante de Medicina |
En realidad, era un hombre frio y despiadado que empezó su
carrera asesina matando a Eva Lyons antes incluso de ser condenado por el
asunto de las recetas: en marzo de 1975. La asesinó en su consulta de
Tordmoden. Posteriormente se trasladó a Hyde, donde eliminó a un buen número de
pacientes en el centro médico hasta que abrió su propia consulta.
En marzo de 1998, una colaboradora del doctor, la doctora Lynda
Reynolds, también empezó a sospechar de las numerosas muertes entre las
pacientes femeninas del doctor. Todas eran mayores, vivían solas y habían
muerto poco después de una visita a domicilio de Harold. Recurrió a un médico
forense que informó a la policía pidiendo discreción. La autopsia de Grundy
reveló que había muerto de una sobredosis de morfina. Cuando le interrogaron,
Shipman esgrimió el historial médico de la paciente, donde aseguraba que podía
estar consumiendo drogas. La policía logró demostrar que muchas de las
anotaciones de ese historial habían sido realizadas el mismo día de la muerte
de Grundy.
Shipman disimulaba las muertes de sus pacientes ancianas
atribuyéndolas a causas naturales. Escribió en el historial médico de Grundy
que era adicta a los tranquilizantes para cubrirse las espaldas, y que Maureen
Ward, de 57 años, había muerto en febrero de 1998 de un tumor cerebral. El 80%
de sus pacientes fallecieron sin que estuviera presente ningún familiar.
Mataba a sus pacientes
con una inyección de una dosis mortal de morfina. Morían en 30 minutos y sin
experimentar ningún dolor. Los psiquiatras que le trataron llegaron a la
conclusión de que ese control sobre sus pacientes y sobre la vida y la muerte
le excitaba.
También llegaron a la conclusión de que mataba a mujeres
dinámicas que le recordaban a su madre, fallecida cuando él contaba con 17 años
de edad, porque no podía soportar que ellas estuvieran vivas y su madre hubiera
muerto.
“Él tiene un enorme mecanismo de defensa contra la incursión de la realidad”
“Probablemente ha encontrado una manera de disfrazarse a sí mismo lo que ha hecho”
“En su mente los asesinatos habrían estado fuera del marco moral normal, para que así no siéntese ningún remordimiento”
“Harold Shipman no tiene ninguna comprensión real de lo que ha hecho”
“La experiencia de matar era intensamente personal y privada para él, y él nunca va a renunciar a eso”
“El Dr. Shipman es un ejemplo bastante extremo de un fanático del control. Lo terrible es que mató a mucha gente, no por placer, sino para sentirse más normal”
“Hay una gran cantidad de ira reprimida en los asesinatos. Él tiene dificultad para lidiar con las emociones, y los asesinatos parecen haber sido una solución a algo que amenazaba su sentido de dominio sobre sí mismo”
El 31 de enero de 2000 fue condenado a 15 cadenas perpetuas por
matar a otras tantas pacientes. En realidad, se sospechaba que podía haber
matado a 260 personas, la mayoría de ellas mujeres. Se suicidó en 2004 sin
haber revelado nada de sus motivos ni mostrar síntomas de arrepentimiento. Su
esposa siempre defendió que era inocente.
Por último y para acentuar aún más el misterio de su muerte, una fuente de la prisión dijo que, la noche antes del suicidio, Shipman había hablado por teléfono con su esposa sin mostrar depresión alguna o planes de suicidio: “no exhibió ningún comportamiento típico de los momentos previos al suicidio”, dijo el portavoz.
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