Literatura

sábado, 1 de diciembre de 2012

Barbora Skrlová y Klara Mauerová: "Las Devoradoras de Niños"




7 de Mayo del año 2007 la policía fue alertada por un vecino del pueblo de Kurim, cerca de Brno, República Checa. El hombre, espantado, aseguró haber comprado una cámara de seguridad para su hogar, la cual por coincidencia había intervenido la señal de la cámara de sus vecinos. En su televisor, en vez proyectarse las imágenes de su casa, se veía el interior del sótano de la casa aledaña. En la grabación hecha por el vecino, dos niños de corta edad parecían encerrados en unas jaulas metálicas y estaban siendo sometido a torturas por dos mujeres. De inmediato, los policías entraron a la casa de Klara y Katerina Mauerová, dos hermanas que vivían en la casa que registraba las perturbadoras grabaciones. Lo primero que encontraron al entrar a la casa, fue a una chica de 13 años, llamada Anicka, quien aseguraba haber sido adoptada por Klara y que corrió a los brazos de los policías, contando cómo Klara y Katerina la torturaban. La niña, entre sollozos, fue llevaba a un centro de protección de menores; pero desaparecería misteriosamente 24 horas más tarde.

De izquierda a derecha, Klara, Anicka, Ondrej y Jakub


Mientras la policía registraba el sótano, encontraron a los dos niños encerrados en unas aparatosas y estrechas jaulas de metal. Ondrej, de 7 años, y su hermano Jakub, de 9, estaban desnudos y con graves lesiones; sobre todo en las extremidades, donde parecían haberles arrancado varios pedazos de carne. El hedor era insoportable, pues los niños llevaban más de un año completo encerrados en tan inhumanas condiciones. Las fecas y la orina, estaban esparcidas por el oscuro y húmedo sótano de las hermanas Mauerová, las que fueron detenidas inmediatamente.

Debido a las diversas infecciones, uno de los niños murió en el hospital. Sus cuerpos carcomidos, eran la evidencia de que, posiblemente, estaban siendo devorados por su madre y su tía, Klara y Katerina.

El caso horrorizó a República Checa, y el repudio se centró sobre las hermanas Mauerová, quienes mostraron tener graves problemas psicológicos. Lo que nadie sabía, era que esta terrible noticia de abuso a menores, sólo era el comienzo de una verdadera historia de terror.

Klara Mauerová, nació en Kurim, en 1975. Desde su adolescencia, mostró claros rasgos de sufrir esquizofrenia. Solía tener visiones extrañas y se convirtió en una desadaptada. Su hermana, Katerina, padecía de una enfermedad mental y, al parecer, también tenía visiones extrañas que la perturbaban. Ambas hermanas, estaban convencidas de que sus visiones eran muy similares a las que sufría Juana de Arco, y que tendrían una misión espiritual que cumplir cuando llegara el momento.

Klara Mauerová


Katerina Mauerová



Durante el juicio, Klara y Katerina afirmaron haber adoptado a una chica de 13 años, llamada Barbora Skrlová. La niña (que se había presentado ante los policías como Anicka) se había fugado del centro de menores, y estaba siendo buscada por la policía para testificar contra las mujeres más odiadas de República Checa; sin embargo, las hermanas comenzaron a desesperarse y acusaron a la pequeña Barbora de "lavarles el cerebro" e incitar a cometer las torturas sobre los dos niños.

Anicka (Barbora Skrlová), la niña de 13 años desaparecida del centro de protección de menores.


LA ESPELUZNANTE VERDAD

La espeluznante verdad fue que Barbora Skrlová, resulto ser una mujer de treinta y tres años, quien estudiaba en la universidad padecía una extraña enfermedad glandular: su aspecto era el de una niña de doce años y constantemente se había hecho pasar por menor de edad para escapar de castigos o inclusive de enfrentar acciones legales en su contra. Barbora inclusive había sido adoptada por un matrimonio, que la había tomado por una niña. De carácter violento, Barbora permaneció mucho tiempo en una institución psiquiátrica, de la cual escapó.

La presencia de Barbora Skrlová cambió muchas cosas. Las psicopatías de Klara y Katerina estallaron gracias al sutil lavado de cerebro que Barbora, con su aspecto infantil, practicó con ellas. Según las declaraciones del psiquiatra Zdenek Basný, que la atendió, los cambios de identidad de la mujer con aspecto de niña se debían a una grave enfermedad mental: “Toda la historia de Barbora Skrlova está rodeada de un enigma en el que ella participa de manera extraña. No existe una clara explicación, pero si debiera dar una hipótesis, diría que se trata de una disociación psíquica grave con perturbación de identidad”.

Barbora además experimentaba un doble carácter: por una parte era una mujer adulta y por otro se comportaba como una niña. Tenía celos de la atención que Klara prodigaba a sus dos hijos. Poco a poco, comenzó una sutil campaña contra ellos. Los acusaba de cometer travesuras, de romper cosas, de comportarse mal.

Klara empezó a castigarlos. Sin embargo, la frecuencia de los regaños aumentó tanto que Klara, desesperada por la supuesta mala actitud de sus hijos, le pidió consejo a la misma autora de todo aquello. Barbora, feliz al ser dueña de la situación, le hizo una sugerencia que a Klara y a Katerina les pareció muy natural: había que construir una jaula de hierro para encerrar allí a los dos niños.

Los niños fueron desnudados y metidos a la jaula. No lo sabían, pero permanecerían allí más de un año. Barbora dio nuevas instrucciones que Klara y Katerina siguieron al pie de la letra. Comenzaron a torturar a los niños. Les ponían cigarrillos encendidos en brazos y piernas. Los amarraban y amordazaban cuando había visitas. Los golpeaban. Les daban toques eléctricos a través de los barrotes de su jaula. Los azotaban con cinturones e intentaron ahogarlos. Los mantenían desnudos todo el tiempo. Les lanzaban cubetadas de agua fría para limpiarlos, aunque lo hacían solamente una vez por semana y los niños tenían que dormir en el piso, sin cobijas, junto a su orina y a sus excrementos. A veces no les daban de comer. Si lloraban, los golpeaban a través de los barrotes.

Un día, Barbora tuvo una idea novedosa. Comenzaron a darle de comer a los niños abundantemente. Subieron de peso. Entonces, Klara tomó un cuchillo afilado, fue a la jaula y le pidió a Ondrej que sacara una pierna. Una vez que lo hizo, Katerina y Barbora sujetaron la extremidad mientras Klara, con el cuchillo, le arrancaba trozos de carne a su hijo. El niño gritaba de dolor y terror, su hermano hacía otro tanto. Una vez que le quitó varios trozos, las tres los comieron delante de él, burlándose de los gritos del niño.
La siguiente ocasión le tocó a él. Su madre le arrancó pedazos de un brazo. A partir de ese momento, cada mes el sangriento ritual tenía lugar: las mujeres bajaban, Klara le arrancaba pedazos de carne a uno de los niños y luego las tres los devoraban allí mismo.


Barbora tuvo una idea para controlar más a los niños, una idea que sería su perdición. Katerina compró en una tienda de aparatos electrónicos una cámara de vigilancia inalámbrica, de las utilizadas para supervisar a los bebés. La instaló en el sótano. A través de ella, podían observar lo que los niños hacían. También veían cuando alguna de ellas bajaba a torturarlos.


Ondrej



Jakub



Como se conto al inicio, un hombre que se mudó con su joven esposa a la casa de junto, instaló una cámara igual para monitorear el cuarto de su bebé. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando, en vez de ver el cuarto de su hijo, lo que observó fue el ritual de las tres mujeres, torturando a los niños. Pasaron días hasta que se dio cuenta de que la señal que estaba interceptando provenía de la casa de sus vecinas.

El hombre grabó un video con las imágenes. Luego avisó a la policía. El 10 de mayo de 2007 los agentes llegaron a la casa y entraron. Klara y Katerina se colocaron ante la puerta que conducía al sótano, tratando de que los agentes no entraran. Los policías las esposaron y se las llevaron a una patrulla. Luego rompieron los candados y entraron. Lo que allí encontraron los llenó de horror.

El hedor a sangre, mugre, orina y excremento era insoportable. El piso estaba pegajoso y en las paredes había manchas de sangre seca. Uno de los niños estaba desmayado; el otro se hallaba en shock. Ambos presentaban heridas terribles, con el cuerpo carcomido y algunas partes casi descarnadas.

Parada frente a la jaula había una niña; sujetaba un osito de peluche. Al ver a los agentes, corrió a sus brazos. Les dijo que se llamaba Anika, que tenía sólo doce años y que era una hija adoptiva de Klara. Los agentes la sacaron de allí rápidamente. Una vez en la calle, la supuesta niña aprovechó que los policías trataban desesperadamente de abrir la jaula de hierro para escaparse: se trataba de Barbora, quien había recurrido de nueva cuenta a su viejo truco consiguiendo huir.

Pasó un año, y la policía checa no tenía noticias del paradero de Barbora, hasta que fue detenida en Noruega. Había sido adoptada por una pareja, pero ya no se estaba haciendo pasar por Anicka; sino por Adam, un niño de 14 años. Fue extraditada a la República Checa donde fue juzgada junto a Klara y Katerina.


BARBORA SKRLOVA EN SU FACETA COMO ADAM, UN NIÑO GENIO





Su huida y su extraña personalidad inspirarían una película de terror: La huérfana, que se centra en la capacidad de la protagonista para engañar a la gente haciéndose pasar por menor de edad y en sus ataques psicopáticos.



PELICULA


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