Locusta cuyo nombre
significa "langosta", nació en la Galia durante el siglo I. Al vivir en el campo,
desde niña aprendió a conocer las propiedades de las plantas, tanto las
beneficiosas como aquellas más perjudiciales. En la antigua Roma, cerca del
monte Aventino, en una zona habitada por la burguesía del Imperio, paso a vivir
la discreta viuda, que si bien tenía algunas manías un tanto extrañas, era
considerada por sus vecinos como una buena mujer. Todos los días acostumbraba
salir por las mañanas a pasear sus perros, aunque tenía tantos, que un día
sacaba a unos y otro día a otros. Además llevaba un tipo de vida muy
reglamentado, ya que tenía su tiempo para cada cosa: a diario se acostaba
exactamente a la misma hora, ni un minuto antes, ni un minuto después. Excepto
dos días a la semana cuando recibía a su amante, entonces su horario variaba un
poco. De ahí en demás todo parecía ser totalmente ordinario. Y he dicho
“parecía”, porque esta mujer, no tenía absolutamente nada de ordinario. Muy
pocos lo sabían, pero era una peligrosa envenenadora, que se había iniciado en
tan singular oficio despachando al otro mundo a su borracho marido que la
golpeaba sin cesar.
Se convirtió en esclava de
Roma, pero no le fue mal. Logró hacer fortuna allí, puesto que sus conocimientos
eran muy estimados. Su especialidad eran los llamados polvos de sucesión, a
base de arsénico fundamentalmente, aunque también solía emplear setas
venenosas, cicuta, beleño y otras plantas. Cuando había que deshacerse de un
rival político o se deseaba cobrar una herencia, los romanos no tenían más que
dirigirse a Locusta, porque, además, su trabajo era tan bueno que se conseguía
que las muertes parecieran naturales. Se rumoreaba que la propia Mesalina
había acudido a ella para librarse de Tito, el amante del que ya se había
cansado.
Cobraba fuertes sumas por
sus malévolas pócimas a los ricos y poderosos, mientras que a los pobres les
entregaba gratuitamente sus brebajes. Sus trabajos eran excelentes, ya que
sabía preparar desde un veneno fulminante, hasta uno de efecto retardado que
fuera haciendo que la víctima se consumiera lentamente, como si se tratase de
una extraña enfermedad. Pero había quienes habían acumulado tanto odio, que
solicitaban venenos extremos, que llevaran a la víctima por pasajes de intenso
dolor y sufrimiento durante meses y meses, hasta que sucumbieran en una
desesperante agonía. Locusta investigaba diariamente con sus extractos de
plantas y polvos maléficos, hasta dar con lo que su cliente solicitaba. Todos
quedaban encantados y la recomendaban ampliamente.
Muchos de los encargos provenían de las altas damas de la sociedad, mujeres
celosas de la hermosura de sus rivales, quienes querían despejar el camino.
Para ellas Locusta preparaba unos deliciosos bombones de gran atractivo que, al
ser mordisqueados por la desafortunada dama, terminaban por deformárseles la
mandíbula y dentadura, sin que ello les provocara la muerte. Esto era
suficiente para cumplir con el propósito requerido.
Claudio Cesar |
Agripina, última esposa
del emperador Claudio, decidió recurrir a Locusta para desembarazarse de
su anciano esposo. La emperatriz se entrevistó en secreto con ella y expuso el
problema como si fuera una amiga suya la que precisaba de sus servicios.
Locusta había sido sentenciada por envenenadora, de modo que Agripina le
ofreció librarla de su condena a muerte si aceptaba el encargo. La mujer, por
supuesto, accedió: nada tenía ya que perder. Al día siguiente le entregaba a
Agripina una cajita llena de polvo blanco. Le indicó que bastaría con poner una
pequeña cantidad en la comida de la persona que se deseara eliminar, y que
haría efecto en tan sólo medio día. Al saber que a la víctima le gustaban mucho
las setas, le dio además a la emperatriz unas trufas similares en apariencia,
pero mortales. De ese modo el emperador iba a ingerir veneno por partida doble.
Por si aún fuera poco, Locusta le proporcionó coloquíntida para apresurar los
efectos del veneno, e impregnó en el mismo la pluma con la que se hacía vomitar
al emperador al introducirla por su garganta.
NOTA: La cena romana se desenvolvía dentro de un escenario formado por tradiciones inmemoriales, como por ejemplo meditar sobre la muerte, presentar regalos y pequeñas sumas de dinero, libaciones a los dioses (Ceremonia religiosa de los antiguos paganos, que consistía en derramar vino u otro licor en honor de los dioses) lares, etc. A los postres se discutían temas filosóficos o literarios y se recitaban versos. Los invitados se perfumaban y coronaban de flores, y se cantaba. Esto es una muestra del culto que se realizaba a la comida exótica.
Ocurrio en octubre del 54
la vianda con hongos fue presentada por su catador, el eunuco Haloto, uno más
de los cómplices del malévolo plan. Agripina tomó uno de los hongos y lo comió,
para darle confianza al emperador. Y luego, tomó el hongo más grande y hermoso
y lo ofreció con una hermosa sonrisa a su ingenuo esposo. Claudio lo comió.
Dicen que de inmediato quedó sin habla y continuó toda la noche con dolorosos
tormentos. Fingiendo Agripina una enorme apuración, mandó llamar al médico de
cabecera para que le provocara un vómito, y el médico llegó presuroso e
introdujo una pluma por la boca del emperador. Pero la pluma también estaba
envenenada. El doctor era otro de los cómplices, siguió la terrible agonía, hasta
entrar en coma por fallo hepático y fallecer poco después.. Locusta se
convirtió en una poderosa arma, de a cuerdo a Tácito, en un “instrumento del
Estado”
Agripina coronando con una corona de laurel a Nerón, como símbolo de la ascensión al poder de éste. |
Segunda misión: Exterminar
a Britanico. Era el sucesor natural de Claudio, así que Nerón, por su condición
de hijo adoptivo, orquestó su asesinato con el propósito de evitar aspiraciones
al trono en un futuro próximo, claro está, fueron requeridos los servicios de
Locusta.
sardonia |
La ocasión se presenta, es hora de otro majestuoso banquete
ofrecido por Neron, a Britanico se le sirve un suculento caldo, probado
previamente por un catador, pero excesivamente caliente, por lo que se solicita
refrescarlo con agua situación que se aprovecha para añadir el veneno, el
hermanastro muere entre espasmos y contracciones de los músculos faciales,
pareciera que se rie de su propia desgracia. Los convidados dirigen sus miradas
hacia Neron, este sin dar mayor importancia a los hechos, declara que su
hermano ha sufrido uno más de sus ataques de epilepsia. Así que ordena a los
sirvientes que lo retiren del salón para seguir con el festejo.
Neron asegura su corona sin amenazas, es dueño del imperio. Colma de
privilegios a su envenenadora le regaló tierras de gran valor, le permitio
ejercer sus "artes" e incluso instruir discípulos, que por lo general
son mujeres. Los venenos se probaban allí sobre animales, y a veces sobre
criminales convictos. Llegó a vivir en un barrio agradable cerca del Palatino,
y eran muchos los ciudadanos poderosos que frecuentaban su hogar en busca de
algún remedio. Sus costumbres eran bastante rutinarias. Se acostaba temprano “a
menos que la visitara algún amante anónimo”, y paseaba a sus perros, que
cambiaba con frecuencia porque experimentaba sus venenos con ellos y con los
esclavos que a nadie importaban. Tácito dice que el emperador hacía tanto
aprecio de ella que, por temor a perderla, tenía varios hombres destinados
únicamente a vigilarla.
Una mujer que llego a ser
muy poderosa, un arma letal, el brazo derecho de la traición y la muerte...
pero el fin llegó. Tras la caida del imperio de Neron todo se derrumbó, sin el apoyo imperial y
con el sucesor en el trono, Galba la condeno a morir tras ser acusada como
resposable de la muerte de cerca de 400 personas por envenenamiento. Lucio
Apuleyo escritor romano de la epoca
relata el horrible castigo de Locusta:
"Fue tan atroz como ejemplar: Galba mando que Locusta fuera públicamente
amarrada y violada por una jirafa amaestrada y posteriormente descuartizada por
una jauría de leones"
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