Literatura

sábado, 31 de marzo de 2012

Alexander Pichushkin, "El Asesino Del Ajedrez"


Alexander Pichushkin en su juventud fue un rendido admirador de Andrei Chikatilo, apodado durante un tiempo como el "maniaco de Bitsevski" por el nombre del parque moscovita donde operaba tambien conocido como "El Ajedrecista", "El Asesino Del Ajedrez" o "El Asesino Del Martillo" empezó a matar en 1992, a los dieciocho años de edad. Asesinó a un compañero de estudios, al que empujó por una ventana de un edificio, disputándole el amor de una chica llamada Olga Maksheeva, una adolescente de 17 años que vivía en su vecindario que luego la asesino. Cada vez que tomaba una vida colocaba una moneda sobre una casilla de su tablero de ajedrez. Su idea era matar a un ser humano por cada casilla, es decir, 64. La policía encontró 61 casilleros cubiertos.

Olga Maksheeva la mujer que partió el corazón a Alexander.


El modus operandi de Pichushkin era simple, como por ejemplo, invitar a indigentes a tomar una cerveza o vodka para emborracharlos y luego asesinarlos a martillazos, también engañaba a mujeres con una cita y las asesinaba o engañaba a sus propios compañeros del trabajo a los que invitaba a tomar algo y luego los asesinaba.

una vez detenido cuando la prensa lo cuestionó con la pregunta: “¿por qué?”, su respuesta fue escalofriante y perturbadora, también aseguró sentir orgasmos mientras veía como su víctima agonizaba. Estas son algunas de sus declaraciones:

“Mi primer crimen fue como el primer amor: inolvidable. Quiero decir lo siguiente: aún no se han resuelto algunas cuestiones relacionadas con mi carácter y por ello hoy no voy a decir si soy o no culpable, y tampoco haré ninguna declaración; me sentía como el padre de todas estas personas, ya que fui yo el que les abrió la puerta de otro mundo. No maté a 49, maté 61. Una vida sin homicidios para mí es como una vida sin alimentos para ustedes...”. 
















“Me gusta el sonido de un cráneo partiéndose.” 

Una caja de vidrio reforzado fue añadida a la corte para proteger al acusado de posibles ataques por parte de los familiares de las víctimas. Mientras el oficial investigador del caso, Andrei Suprunenko, explicó el método que Pichushkin usó, también dijo que aún están en el proceso de comprender la mente retorcida del asesino. Por esta razón Alexander fue sometido a una prueba psiquiátrica para saber si era apto de atender el juicio. El Instituto de Serbsky en Moscu dijeron que el asesino tiene la suficiente cordura mental para ser enjuiciado. 

aislado del público en un cubo blindado, para proteger su integridad física, ya que varios familiares de las víctimas le juraron venganza.



El miércoles 24 de octubre de 2007 el juicio del “Maníaco del martillo” llegó a su fin tras escuchar los testimonios de las víctimas y las palabrerías de Pichushkin, añadiendo las evidencias policiacas. El juez Vladimir Usov, leyó el veredicto por una hora antes de sentenciar a Alexander Pichushkin a cadena perpetua por sus crímenes, fue condenado a pasar en confinamiento solitario por los primeros 15 años de prisión.

El final del asesino dejó a muchas personas poco satisfechas, debido a que la pena de muerte se ha suspendido en Rusia desde 1996. Sin embargo muchas de las víctimas esperan que sea revocada para el 2010 y Pichushkin reciba su merecido. 



“Él emborrachó a mi hermano y lo lanzo a un pozo de alcantarilla cuando todavía estaba vivo. Pichushkin merece más que una cadena perpetua. Un escuadrón de fusilamiento sería un castigo muy liviano para él” - Alexander Fyodorov, moscovita intelectual.


El Exterminador





“Era muy sencillo, los veía de la misma forma en que una bestia contempla a los corderos”.



Anatoli Onoprienko siguió los pasos del legendario Andrei Chikatilo. Ambos mataron al mismo número de víctimas, pero son muy diferentes. Chikatilo, ejecutado en 1994, era un maniaco sexual. Sólo mataba mujeres y niños, cuyos cuerpos violaba y mutilaba. A veces se comía las vísceras. Nada de esto aparece en el expediente de Onoprienko, un ladrón que mataba para robar, con inusitada brutalidad y ligereza, pero sin las escenas del maniaco sexual. Onoprienko supera a Chikatilo por el corto periodo en que realizó su matanza: seis meses frente a doce años.

Cuando ejecutaba a sus víctimas, el asesino seguía un mismo ritual: elegía casas aisladas, mataba a los hombres con un arma de fuego y a las mujeres y a los niños con un cuchillo, un hacha o un martillo. No perdonaba a nadie, después de sus asesinatos cortaba los dedos de sus víctimas para sacarles los anillos, o a veces quemaba las casas. Incluso mató en su cuna a un bebé de tres meses, asfixiándolo con una almohada.

acusado de haber asesinado a 52 personas. Después de confesar en una declaración entregada a la prensa por su abogado antes de la apertura del juicio, que no se arrepentía de ninguno de los crímenes que había cometido, Anatoli Onoprienko respondía dócilmente a las preguntas del juez; reconoció haber asesinado a 42 adultos y 10 niños, entre 1989 y 1996.
Cuando ejecutaba a sus víctimas, el asesino seguía un mismo ritual: elegía casas aisladas, mataba a los hombres con un arma de fuego y a las mujeres y a los niños con un cuchillo, un hacha o un martillo. No perdonaba a nadie, después de sus asesinatos cortaba los dedos de sus víctimas para sacarles los anillos, o a veces quemaba las casas. Incluso mató en su cuna a un bebé de tres meses, asfixiándolo con una almohada.

acusado de haber asesinado a 52 personas. Después de confesar en una declaración entregada a la prensa por su abogado antes de la apertura del juicio, que no se arrepentía de ninguno de los crímenes que había cometido, Anatoli Onoprienko respondía dócilmente a las preguntas del juez; reconoció haber asesinado a 42 adultos y 10 niños, entre 1989 y 1996.



La parte acusadora ha pedido la pena de muerte, cuyo mantenimiento apoyan tres de cada cuatro ucranianos, según las encuestas, pero el verdadero problema en este complicado juicio, es impedir que el público linche al acusado. Complicado por su envergadura y duración (más de 400 testigos y por lo menos tres meses de declaraciones por delante), por sus gastos, pero también por la tensión que se respira entre los familiares de las víctimas, obligados a pasar cada día por un arco detector de metales, algo no tan corriente en ese país, mientras el acusado, encerrado en una jaula metálica, está prudentemente separado de la ira del público...


"Mataba para eliminar a todos los testigos de mis robos"

Las autoridades le describen como el asesino más terrible de la historia en Ucrania y de la antigua Unión Soviética, mientras que las familias de las numerosas víctimas lo califican de, “ser monstruoso”, "ciudadano 0" y “bestia demoníaca”





sábado, 24 de marzo de 2012

Charles Whitman: "El Francotirador de Austin"


CHARLES WHITMAN "LA MASACRE DE LA UNIVERSIDAD DE TEXAS" (ESTADOS UNIDOS) 



El joven Charlie, en tanto hijo mayor, pronto aprendió que era más seguro hacer lo que su padre pedía, pues de otra manera podían golpear su cabeza o la de su madre. A su vez, aprendió que cualquier muchacho debía conocer y manejar con habilidad las armas, pues si lo olvidaba, su padre se encargaría de recordárselo.

Whitman llegó a ser boy scout de primera clase a los doce años, una proeza inusual en sí misma, y a la vez tenía la ruta más grande y eficiente de entrega de periódicos de su ciudad. Llegó a ser un pianista aficionado, un jovencito modelo que otros padres ponían de ejemplo a sus propios hijos.
Nadie ponía atención a su manía compulsiva de morderse las uñas, porque dentro de sí sabía que nada de lo que hiciera podía ser lo suficientemente bueno para su progenitor.
Charles Whitman se destacó como un tirador experto en el Ejército: su padre le había enseñado el manejo de las armas y, sobre todo, le había impuesto una férrea disciplina a través de una violencia inaudita.

Una personalidad perfeccionista desarrollada por medio de la fuerza de su padre; la obligación de mantener una escala alta en su último año de estudios en la Universidad; la tirante relación con su madre cuando ella decidió abandonar a su marido que la golpeaba; los trabajos de medio tiempo para solventar sus necesidades financieras; un incipiente matrimonio y, para colmo, un tumor que crecía en su cerebro y del cual él no tenía conocimiento.

Les comentó a sus amigos la posibilidad de dejar a su esposa antes de comenzar a golpearla, pero lo convencieron de seguir con ella. Habló entonces con Maurice Dean, el psiquiatra de la Universidad, a quien le comentó que se sentía como si pudiera "subir a la torre con un rifle de caza y empezar a dispararle a la gente”. Pero el médico no le hizo caso.

Todo se colapsó al otro día. Por la tarde escribió algunas cartas de despedida. Unos amigos suyos lo visitaron en su casa y después se marcharon; lo notaron muy tranquilo. La madrugada del 1 de agosto de 1966, después de recoger a su esposa en el trabajo y regresar a casa, tomó una pistola y fue a casa de su madre.

En el forcejeo, una de las manos de la madre acabó con los dedos rotos porque Whitman se los aplastó con la puerta; luego la hirió en el mentón; Whitman la tiró al piso y la apuñaló varias veces en el pecho, hasta que su madre cayó al piso. Una vez allí le disparó en la nuca, matándola instantáneamente. La levantó y la colocó en la cama para simular que dormía. Luego limpió las manchas de sangre de la alfombra. Junto al cuerpo dejó una nota acusando a su padre. Además, el mensaje decía: "Amo a mi madre con todo mi corazón".

Cuando regresó a su casa, agregó a su Diario lo siguiente: "12:30 de la noche. Acabo de matar a mi madre. Si existe el cielo, ella está allí ahora. Si no existe, ha dejado de sufrir". Fue entonces a su habitación y apuñaló a su esposa, quien dormía desnuda, hasta matarla. Agregó a su Diario: “3:00 de la mañana. Madre y esposa, muertas”.

El cadáver de la madre de Whitman

El cadáver de la esposa de Whitman y la casa del asesino

Había terminado de guardar el equipo que consideraba necesario: un par de escopetas, dos rifles, tres pistolas y mil cartuchos, todo ello envuelto en una sabana dentro de una maleta. Y con éstos, doce latas de comida, seis paquetes de pasas, un termo con café, masking tape, una llave inglesa, un martillo, un desarmador, un radio, tapones para los oídos, cerillas, combustible para fogatas, once litros de agua, once de gasolina, un reloj, una linterna, pinzas para colgar ropa, papel higiénico, lentes oscuros. Y, para rematar, desodorante en aerosol y un antídoto para mordeduras de serpientes. Whitman no iba de campamento: se preparaba para la caza mayor. Tomó sus armas (siete en total) y las puso en la carretilla. Se puso dos overoles grises, colocó el armamento en su auto y partió a la universidad.

El arsenal




Cuando llegó a su destino, la Torre del Reloj de 93 metros de altura en la Universidad de Austin, la temperatura era de 37 grados. Mientras el elevador iniciaba su ascenso hacia el piso 27 de la Torre de la Universidad de Austin, Texas, Whitman descubrió que no podía dar marcha atrás. Se sintió el dueño del mundo y respiró hondamente observando al universo a sus pies, y a los humanos como pequeñas hormigas que pululaban en aquella ciudad triste y agresiva.





Whitman atrancó la puerta que daba a la cima de la torre y regresó con la recepcionista, a quien le dio el tiro de gracia. Salió al mirador de la Torre, donde halló protección tras el muro de 45 centímetros de espesor que lo rodeaba las 11:45, se parapetó en aquella terraza desde donde podía disparar a sus anchas. Cortó cartucho en su rifle Remington. En el ojo de su mente sólo estaba la imagen de su padre. El césped, las paredes blancas, los tejados rojizos del campus habían desaparecido: para Whitman el universo se había reducido a una serie de puntos de colores estáticos o móviles que resaltaban en la hierba y el asfalto. No lo pensó más: el primer disparo atravesó la pierna de un ciclista y el impacto de bala inicial fue suficiente para que la adrenalina fluyera como agua cristalina que en unos cuantos segundos se tiñó de rojo; la víctima era Alec Hernández, de 17 años, quien entregaba periódicos en el campus. Después comenzó a disparar a todo aquel digno de sus balas.

Una de las tácticas usadas por Whitman para matar más gente fue la de usar a los heridos como anzuelo. Cuando alguien trataba de ayudar a una víctima, Whitman le disparaba. Así le sucedió a Paul Sonntag, de 18 años, quien corrió para ayudar a su novia, Claudia Rutt, quien recibió un disparo mientras compraba algo. Cuando se acercó a ella fue aniquilado. Ambos murieron antes de que alguien más pudiera ayudarles. Pero los asesinatos no se limitaron a distancias cortas. Harry Walchuk, de 38 años, estaba a algunos centenares de metros hojeando unas revistas cuando una bala le atravesó la garganta, matándolo. Whitman miraba hacia todos lados, disparando en todas direcciones, lo que hizo que la policía pensara que se trataba de una pandilla disparando desde la torre.

Las victimas





La mayoría de las muertes ocurrieron en los primeros veinte minutos de la masacre. La puntería de Whitman era mortalmente precisa, atinándole a la mayoría de sus víctimas en órganos vitales, principalmente alrededor del corazón. Los Marines le habían dado buen entrenamiento. La policía abordó un helicóptero para intentar darle un tiro a Whitman, pero treinta minutos después desistió a causa del viento y por temor a que el asesino le disparara a la hélice.

La policía se dirigió al edificio; tres oficiales entraron en la torre, donde se encontraron con Alan Crumb, antiguo miembro de la Fuerza Aérea, y subieron las escaleras. Alrededor de las 13:20, dos oficiales, Ramiro Martínez y Houston McCoy, junto con Alan Crumb, alcanzaron la cima de la torre para enfrentarse a Whitman. Explicaron que él intentó dispararles, pero ellos se anticiparon, aunque no hubo evidencia de esto. Whitman recibió por lo menos seis balas de la pistola de Martínez, quien le vació el arma. Pero Whitman se seguía moviendo y no soltaba su rifle. Le dieron dos tiros de escopeta en el cuerpo a bocajarro, pero seguía vivo. Finalmente, Martínez le dio un escopetazo en la cabeza, matándolo.

El cadáver de Charles Whitman 




viernes, 23 de marzo de 2012

Tenebrae, Emile Verhaeren.




La Oscuridad no se aproxima en los invernales llanos de Bélgica, sino que se derrama repentinamente, con la autoridad de un rey que reclama la pleitesía de sus súbditos. Sólo conozco la Flandes literaria, cuya substancia es posiblemente diferente de la Flandes material, de todos modos, creo que si algún día pudiese contemplar un verdadero crepúsculo en aquellas tierras, no me provocaría la misma opresión en el corazón que este poema de Emile Verhaeren.




Tenebrae.

La Luna, con su atento y glacial Ojo,
observa al crudo invierno entronizado,
vasto y pálido sobre la tierra yerma;
La Noche se agita en traslúcidos azules;
El Viento, con súbita presencia, nos apuñala.

A lo lejos, sobre el horizonte, danzan
los ondulantes senderos del hielo;
se los ve a la distancia, perforando el llano,
Y las Estrellas de Oro, suspendidas en el éter,
siempre más alto en la Oscuridad,
desgarran cruelmente el azul del cielo.

Los campesinos tiemblan en las planicies de Flandes,
cerca de los brezos, de los antiguos ríos,
y de los grandes Bosques;
entre dos lívidos infinitos, estremeciéndose de frío,
agrupándose junto a las viejas chimeneas,
removiendo las cansadas cenizas.

Emile Verhaeren.



Robert Hansen, el depredador de Alaska





Nacido en Pocahontas, Iowa. Aunque se trasladó a un pequeño pueblo de Alaska a buscar suerte. Alli se convirtió en un consumado cazador... de animales. Tenía mujer e hijos, y para sus vecinos era un hombre totalmente normal.

Hansen, tenía un modus operandi muy claro. Poseía una avioneta y una caseta de caza alejada de la civilización, tengamos en cuenta que el tamaño de Alaska es inmenso.
Acudía a prostibulos y ofrecía suculentas cantidades de dinero a prostitutas para que subieran en su avioneta y fueran a su alejada casa de caza para goce de sus servicios.

Una vez alli, Hansen, no cumplia con lo pactado. Pedía a las prostitutas que accedieran a todo lo que les pidiera... gratuitamente claro. Si no accedían por las buenas, les decía amenazante, que se atuvieran a las consecuencias.

Las que se negaban a su petición, eran sometidas a un juego macabro. Él las dejaba escapar, si, podían irse si querían. Pero claro, las desnudaba y les pedía que volvieran al prostíbulo, a varios kilómetros de la caseta, atravesando el bosque y a temperaturas bajo cero. Y siendo perseguidas por él, armado.

Hansen, había dejado de cazar animales, para cazar mujeres... y darles una tormentosa muerte. Las perseguía y a veces, para su mayor diversión, cuando las capturaba volvía a darles otra oportunidad. Aunque ya exhaustas, poco podian hacer para huir de él.

Hansen, usó varias armas para sus cacerías, entre ellas arcos o rifles de alto calibre. Y estaba orgulloso, no sentía lo mismo cazando osos, por ejemplo. Marcó minuciosamente en un mapa, donde estaban enterradas todas sus víctimas, entre otras excentricidades.





Una pudo escapar y le delató a un agente de policía. 
Sus vecinos no creyeron a la prostituta... Hansen era un buen hombre. Pero las pruebas cada vez pusieron más entre las cuerdas a este sanguinario cazador.
Aunque en un principio se declaró inocente, reconoció todo lo que había hecho.

Fue condenado por un total de 17 crimenes, pero se sospecha que no solo fueron prostitutas sus presas. Puso varios anuncios en el periódico, buscando compañia, pero no se pudieron probar más muertes.

Fue condenado a más de 400 años de prisión. Aún vive.

Kim De Gelder:"El Joker de Dendermonde"


Kim de Gelder nació en 1989 en Bélgica. Los antiguos compañeros de Kim lo conocían por ser poco comunicativo, por sus conversaciones basadas habitualmente en la informática, y en las películas que veía. Cinéfilo, su género favorito eran las cintas de terror. También era un lector voraz de cómics y es justamente en esta afición en donde encuentra un personaje por el que siente una enorme fascinación y que más tarde sería la motivación para sus crímenes; el némesis Nº1 de Batman y uno de los villanos de cómics más famosos de todos los tiempos: "El Joker". 



A principios de enero de 2009, abandonó su trabajo sin decirle nada a su familia. A través de Internet, compró tres cuchillos, un hacha pequeña y un chaleco antibalas. El viernes 16 de enero de 2009, Kim de Gelder se levantó temprano. Fue al cercano poblado de Beveren; allí, sin motivo, asesinó a cuchilladas a Elza van Raemdonck, una mujer de 73 años. Consiguió escapar sin ser identificado. semana después, el viernes 23 de enero, Kim De Gelder se preparó para dar el "gran homenaje" al Joker que había estado planeando desde hace varios días. Había transcurrido un año y un día desde el fallecimiento de Heath Ledger, el actor que interpretó al Joker en la película Batman: The Dark Knight y cuyo apellido era, además, un anagrama del suyo. Curiosamente, el padre del actor tenía un nombre similar: Kim Ledger.


Era una mañana fría, se levantó temprano y se preparó. Se tiñó el cabello de color naranja y se lo peinó en puntas, luego se vistió completamente de negro a la par que se ponía el chaleco antibalas que había adquirido, agarró una mochila y cargó en ella un estuche de maquillaje, sus cuchillos, una pistola de juguete, una pequeña hacha, un plano y un papel en donde había apuntado los tres lugares en donde iba a atacar……eran tres guarderías. Una vez listo tomó su bicicleta y se dirigió a su primer objetivo, ya estaba listo para cumplir su “misión”.


Llegó a Dendermonde, a 18 kilómetros de su casa a una guardería llamada “el país de las fábulas”, entró a las instalaciones refiriendo buscar información, luego se fue a un lugar apartado y sacó de su mochila su estuche de maquillaje. Se pintó el rostro de blanco, luego puso lápiz labial rojo sobre sus labios y marcó de negro sus párpados y el contorno de sus ojos. 


Una vez terminado, sacó los cuchillos, guardó uno entre sus ropas y blandió el otro, al final se contempló: alto, delgado, vestido de negro y con la cara pintada.....era la sombra del Joker, estaba listo y se coló en la guardería por una puerta secundaria. Se dirigió de inmediato al área donde se encontraban los bebés. Muchos de los cuidadores lo vieron atónitos, sin saber qué hacer ni cómo reaccionar ante el extraño personaje.


De Gelder comenzó a acuchillar a los adultos que encontró, después se abalanzó sobre los bebés. Atacó a diestra y siniestra, al azar. Seis cuidadoras intentaron impedir el ataque, pero De Gelder las acuchilló en el cuello, el pecho, la espalda y las piernas.A una de ellas, Marita Blindeman, de 54 años de edad, comenzó a pegarle con frenesí, hasta que la mató a golpes.

Al final 15 fueron las víctimas de su cuchillo, la mayoría de ellos bebés, 2 de ellos murieron en el acto, de seis y nueve meses de edad, además de una de las cuidadoras y quedaron heridos 10 niños más y dos cuidadoras. De Gelder concentró su ataque en las dos áreas donde los bebés se encontraban ubicados.

Theo Janssens, concejal de Dendermonde, fue una de las primeras personas en llegar junto con las ambulancias y las patrulleras al lugar ya que fue alertado por la coordinadora de la guardería por teléfono cuando los hechos aun estaban ocurriendo:"Había sangre por todas partes, era increíble. De verdad, fue una masacre. El asesino fue inmediatamente hacia los bebés. Los más pequeños se encontraban en sus cunas, seguramente dormían" declararía más tarde. Los padres y los vecinos empezaron a acercarse al lugar luego de ver las noticias.







Ya sin su maquillaje, De Gelder abandonó la guardería caminando, iba muy tranquilo, subió a su bicicleta y se alejó. Fue localizado por la policía en un pueblo vecino y lo detuvieron en una callejuela. De Gelder no se resistió. Al preguntarle a dónde se dirigía, contestó que "a una consulta psiquiátrica".

 Al momento de ser detenido, soltó una larga carcajada, emulando al Joker. Los agentes le quitaron sus cuchillos y descubrieron su mapa y el papel arrugado, donde estaba apuntado el nombre de las otras guarderías a las que se dirigía al momento de ser arrestado.

Trasladado a Brujas, los análisis demostraron que no había consumido drogas ni alcohol. Tampoco tenía antecedentes penales, ni había sido sometido a tratamiento psiquiátrico. De Gelder no contestó a nada de lo que los agentes le preguntaban. Se limitó a reírse de ellos, tal y como el Joker lo hace en las historias de Batman. 

Después dejó de comer y se mantuvo en un mutismo del cual no lo sacaron los extensos interrogatorios a los cuáles fue sometido por la policía belga. Recluido en la ciudad de Brujas, tuvieron que trasladarlo al hospital de la prisión para alimentarlo con suero vía intravenosa. 

Gelder le surgieron una gran cantidad de admiradores en Facebook que crearon un grupo de apoyo a la masacre que realizó. El grupo fue denunciado y finalmente cerrado por los administradores de la red social. Incluso se ganó una admiradora que le declaró su amor llamada Lire Aussi 

 Lire Aussi 
Días después, Kim de Gelder llegó al juzgado escoltado por policías, con los ojos cubiertos por un visor cegador de gran tamaño, con los oídos cubiertos por unas orejeras antisonido y con un chaleco antibalas puesto además de estar fuertemente maniatado. Este protocolo se haría todas las veces que De Gelder fuese llevado a interrogatorio......Un traslado digno del Joker y algo que seguramente a De Gelder le encantó




TITULARES




El 3 de marzo del 2009, Kim De Gelder se declaraba culpable de los homicidios de la guardería y de la anciana Elza van Raemdonck, actualmente se encuentra bajo arresto en la prisión de la ciudad de Audenarde.


"Ustedes oyen horribles gritos de dolor…….yo oigo dulces melodias de libertad!" - El Joker en "The Dark Knight"

lunes, 19 de marzo de 2012

El espejo de la Melancolía. La Condesa Sangrienta - Alejandra Pizarnik



Amo la literatura vampirica! llenare este blog de lectura sangrienta jajaja... y para aquellos que creen que ya no hay nada que pueda agregarse al mito de la condesa sangrienta, los invito a leer este excelente y breve ensayo de la escritora argentina Alejandra Pizarnik, llamado El Espejo de la Melancolía.



El espejo de la Melancolía. La Condesa Sangrienta  - Alejandra Pizarnik

"Todo es espejo!"
-Octavio Paz-

...vivía delante de su gran espejo sombrío, el famoso espejo cuyo modelo había diseñado ella misma...Tan confortable era que presentaba unos salientes en donde apoyar los brazos de manera de permanecer muchas horas frente a él sin fatigarse. Podemos conjeturar que habiendo creído diseñar un espejo, Erzébet trazó los planos de su morada. Y ahora comprendemos por qué sólo la música más arrebatadoramente triste de su orquesta de gitanos o las riesgosas partidas de caza o el violento perfume de las hierbas mágicas en la cabaña de la hechicera o -sobre todo- los subsuelos anegados de sangre humana, pudieron alumbrar en los ojos de su perfecta cara algo a modo de mirada viviente. Porque nadie tiene más sed de tierra, de sangre y de sexualidad feroz que estas criaturas que habitan los fríos espejos. Y a propósito de espejos: nunca pudieron aclararse los rumores acerca de la homosexualidad de la condesa, ignorándose si se trataba de una tendencia inconsciente o si, por lo contrario, la aceptó con naturalidad, como un derecho más que le correspondía. En lo esencial, vivió sumida en su ámbito exclusivamente femenino. No hubo sino mujeres en sus noches de crímenes. Luego, algunos detalles, son obviamente reveladores: por ejemplo, en la sala de torturas, en los momentos de máxima tensión, solía introducir ella misma un cirio ardiente en el sexo de la víctima. También hay testimonios que dicen de una lujuria menos solitaria. Una sirvienta aseguró en el proceso que una aristocrática y misteriosa dama vestida de mancebo visitaba a la condesa. En una ocasión las descubrió juntas, torturando a una muchacha. Pero se ignora si compartían otros placeres que los sádicos.


Continúo con el tema del espejo. Si bien no se trata de explicar a esta siniestra figura, es preciso detenerse en el hecho de que padecía el mal del siglo XVI: la melancolía.


Un color invariable rige al melancólico: su interior es un espacio de color de luto; nada pasa allí, nadie pasa. Es una escena sin decorados donde el yo inerte es asistido por el yo que sufre por esa incercia. Ëste quisiera liberar al prisionero, pero cualquier tentativa fracasa como hubiera fracasado Teseo si , además de ser él mismo, hubiese sido, también, el Minotauro; matarlo, entonces, habría exigido matarse. Pero hay remedios fugitivos: los placeres sexuales, por ejemplo, por un breve tiempo pueden borrar la silenciosa galería de ecos y de espejos que es el alma melancólica. Y más aún: hasta pueden iluminar ese recinto enlutado y transformarlo en una suerte de cajita de música con figuras de vivos y alegres colores que danzan y cantan deliciosamente. Luego, cuando se acabe la cuerda, habrá que retornar a la inmovilidad y al silencio. La cajita de música no es un medio de comparación gratuito. Creo que la melancolía es, en suma, un problema musical: una disonancia, un ritmo trastornado. Mientras afuera todo sucede con un ritmo vertiginoso de cascada, adentro hay una lentitud exhausta de gota de agua cayendo de tanto en tanto. De allí que ese afuera contemplado desde el adentro melancólico resulte absurdo e irreal y constituya "la farsa que todos tenemos que representar". Pero por un instante -sea por una música salvaje, o alguna droga, o el acto sexual en su máxima violencia-, el ritmo lentísimo del melancólico no sólo llega a acordarse con el del mundo externo, sino que lo sobrepasa con una desmesura indeciblemente dichosa; y el yo vibra animado por energías delirantes.


Al melancólico el tiempo se le manifiesta como suspensión del transcurrir -en verdad, hay un transcurrir, pero su lentitud evoca el crecimiento de las uñas de los muertos- que precede y continúa a la violencia fatalmente efímera. Entre dos silencios o dos muertes, la prodigiosa y fugaz velocidad, revestida de variadas formas que van de la inocente ebriedad a las perversiones sexuales y aun al crimen. Y pienso en Erzébet Báthory y en sus noches cuyo ritmo medían los gritos de las adolescentes. El libro que comento en estas notas lleva un retrato de la condesa: la sombría y hermosa dama se parece a la alegoría de la melancolía que muestran los viejos grabados. Quiero recordar, además, que en su época una melancólica significaba una poseída por el demonio.





domingo, 18 de marzo de 2012

Kerry Howley y sus collares de cabello humano



Para que usar joyas teniendo pelos.

Hay trabajos de joyería que, independientemente de sus lujosos materiales, son obras maestras por el trabajo que conllevan y su originalidad. Una estudiante inglesa ha querido usar ese concepto, pero con un material nada noble. Usa cabello humano para unos collares que desde luego sorprenden más que los de perlas.



La creadora de tan singulares collares es Kerry Howrey es una joven estudiante de joyería de la Universidad de Middlesex (Londres) .

Como proyecto de fin de carrera quiso crear joyas en si mismas, sin que importaran los materiales de los que están hechas, algo que según ella se ha perdido, ya que en la actualidad se da mas valor al valor del material, oro, diamantes, etc, que al trabajo que en si misma tiene la joya y la labor del artesano que la realiza.



No solo aprobó con buena nota, sino que además su trabajo fue  galardonado con el Premio    “Arthur Silver”



Inspirada en la época victoriana de su Londres natal, ha querido hacer de algo cotidiano como el cabello humano, un elegante y elaborado trabajo que ya ha sido exhibido en pasarelas de moda y que ha provocado variadas reacciones, desde el asco a algo tan vulgar hasta la admiración.



El precio de estas joyas de cabello humano, aun se desconoce, aunque supongo que será posible hacer una oferta a través de su web http://www.kerryhowley.co.uk/, lo que no sé es que si uno aporta el material habrá descuento.




“Mi trabajo es una exploración material sobre cómo podemos sentir dos reacciones opuestas simultáneas tales como la atracción y la adversión”. En Adversion/Attraction, el cabello explota esta dualidad: el pelo suelto, signo de animadversión, es trenzado en un collar mediante unas hojas de sierra. Los patrones vegetales que conforma el collar aportan simetría y equilibro, y consecuentemente, un cierto atractivo estético.

Libro de dibujos de Attraction/Adversion, Kerry Howley, 2011.
Libro de dibujos de Attraction/Adversion, Kerry Howley, 2011.

Lo cierto es que la frase “no tiene un pelo de tonto”, ya nunca será la misma .