“Hay un momento maravilloso, un momento divino cuando tengo las manos alrededor de la garganta de una mujer joven.” |
PEDRO LOPEZ "EL MONSTRUO DE LOS ANDES" (ECUADOR-PERU-COLOMBIA) “El momento de la muerte es apasionante, y excitante. Algún día, cuando esté en libertad, sentiré ese momento de nuevo. Estaré encantado de volver a matar. Es mi misión"
Pedro Alonso López. Hijo de una prostituta, su infancia se torna bastante difícil. Su madre tiene preocupaciones mayores que repartir amor y educación a sus innumerables hijos (13 en total) y su carácter, dominador y duro, hace que Pedro prefiera pasar la mayor parte del tiempo en las calles, de este modo, tampoco tiene que contemplar como su madre recibe a sus clientes en su propia casa. Las calles de Colombia en aquella década no eran precisamente la mejor escuela que se podía tener; el incremento del crimen con respecto al resto de países era cincuenta veces más alto que lo habitual en el resto del mundo.
Cuando Pedro tiene 8 años, su madre los sorprende intentando mantener relaciones sexuales con su hermana más joven y lo echa de casa. Así Pedro comienza a vagar sin rumbo fijo por las peligrosas calles, explorando lugares y barrios a los que nunca había llegado. A los pocos días de su exilio y engañado por un hombre viejo que le ofrece comida y cobijo, Pedro es sodomizado en varias ocasiones antes de ser devuelto a los oscuros callejones.
cuando tiene 12 años, un maestro del colegio le agrede sexualmente de nuevo y los miedos retornan a él, roba dinero de la oficina del colegio y de nuevo, se lanza a las calles. La guerra civil ya ha terminado y el país intenta reestructurarse, nuevas fábricas comienzan a abrirse y se abre nuevas posibilidades. Pero Pedro no tiene ninguna experiencia laboral y es rechazado sistemáticamente en todos los lugares donde busca trabajo y se ve obligado a el único oficio que ha aprendido en las calles; robar automóviles. No tarda en convertirse en uno de los ladrones más habilidosos en su campo, llegando a convertirse en un delincuente admirado por los aprendices y muy solicitado por los que controlan el negocio. Pero en 1969, cuando tiene 18 años, sus habilidades no evitan que sea apresado y condenado a 7 años de prisión.
A los dos días de estar encarcelado, Pedro es violado por tres presos mayores que él. Su rabia y su afán de venganza no tardarán en estallar y consiguiéndose un cuchillo degüella, uno tras otro, a sus tres violadores. Sus actos son juzgados como defensa propia y su condena tan solo es aumentada en dos años. Pero en el interior de Pedro, su acto vengativo ha hecho germinar una semilla oscura de poder. Han desaparecido sus miedos y, a partir de ahora, nadie volverá a abusar de él sino que él se convertirá en el abusador y cuando quiera algo, simplemente lo cogerá, pese a que para satisfacer sus deseos tenga que acabar con la vida de seres inocentes.
En 1978 sale de prisión y comienza a viajar por todos los rincones de Perú dejando tras de sí un terrible reguero de violaciones y asesinatos. En pocos meses por lo menos cien muchachas jóvenes de tribus locales son atacadas violentamente por Pedro Alonso López, que tras asesinarlas, las entierra cuidadosamente.
Pedro confesó a los investigadores que había asesinado por lo menos a 110 muchachas en Ecuador, 100 en Colombia, y “muchas más de 100″ en Perú.
“Perdí mi inocencia a la edad de ocho años” explicó, “así que decidí hacer lo mismo a tantas muchachas jóvenes como pudiera.”
Cuando se le preguntó que hacía con estas víctimas, Pedro explicó que primero violaba a su víctima, y entonces la estrangulaba mientras miraba fijamente sus ojos. Quería tocar el placer más profundo y de la excitación sexual más profunda antes que su vida se marchitara. Siguió declarando que el horror continuaría aun después de su muerte.
Pedro llevó a la policía hasta los lugares donde había enterrado a sus víctimas, en una de ellas se descubrieron 53 cadáveres de niñas. De este modo, recorrieron más de 28 fosas. En algunas de ellas no se encontró nada, pero se atribuyó la desaparición de los restos a las riadas o a la acción de las alimañas.
En el caso de Pedro Alonso López, habría que recordar que tuvo 12 hermanos más que crecieron en sus mismas condiciones, y ninguno de ellos fue a posteriori asesino en serie como él
“Era como una fiesta. Pero después de un rato… porque no podía moverse, me aburría y me iba en busca de chicas nuevas. “ . |
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