Marcel Petiot “El Doctor Satán” 1944, París (Francia): un médico francés, aprovecha el caos producido por la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial para engañar a los judíos que desean huir a Argentina, atrayéndolos a su casa para secuestrarlos. Una vez allí, Petiot los tortura y asesina, robando sus pertenencias. Incinera los cadáveres en un horno crematorio y después los arroja a un pozo con cal.
También tenía la manía de robar todo lo que le pasaba por las manos. A sus compañeros en clase, los medicamentos en el ejército cuando era soldado (para venderlos posteriormente en el mercado negro) e incluso los fondos municipales del alcalde de Villaneuve cuando se presentó a unas elecciones municipales.
Basta con observar su grave afición a la piromanía, su crueldad con los animales, esa ludopatía crónica, además de serios y continuos ataques depresivos, una avanzada paranoia y un crónico estado de melancolía... por no hablar de sus mentiras compulsivas y su actitud de desprecio hacia toda la sociedad o su sangre fría casi carente de sentimientos... sin duda ese carácter nos suena bastante desequilibrado. Sin duda refleja una personalidad muy conocida por todos nosotros: una personalidad psicopática.
Curiosamente, y como suele ser habitual en estos casos, todas estas peligrosas facetas de su vida no le impidieron salir adelante en la vida social. Su encanto personal le ayudó a ganar prestigio en el ámbito profesional como médico y en una carrera política que inició como concejal, aunque ese encanto ocultase un carácter carente de escrúpulos.
Detectado por la Gestapo, es detenido y torturado; luego lo liberan. Es detenido nuevamente, esta vez por la policía francesa, a quienes les asegura que los cadáveres que los agentes encuentran en su casa son de alemanes y colaboracionistas, muertos a manos de la Resistencia francesa. Otra vez lo dejan libre y huye en bicicleta. Lo detienen por tercera vez al comprobar que los cadáveres no son de alemanes. Mata a 63 personas, aunque solamente se le juzga por 24 crímenes.
Los psiquiatras que lo examinaron antes del juicio declararon que se trataba de un hombre en su sano juicio. Sin embargo, si nos detenemos a hacer un balance sobre cómo había sido su vida hasta entonces, nos encontramos con claros manifiestos de una mente desequilibrada desde su más tierna infancia.
El 26 de mayo de 1946 el Dr. Muerte fue condenado a la guillotina, pero el asesino, lejos de mostrarse asustado en el momento de su muerte dijo con más ironía que nunca a los testigos de la ejecución: "Caballeros, les ruego que no miren. No va a ser bonito."
guillotina donde fue ejecutado |
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